Erase una vez… en una ciudad lejana, muy lejana, vivía un
pequeño osito, ejem.. ¿He dicho pequeño? Empezamos otra vez.
Erase una vez… en una ciudad lejana, muy lejana, vivía un
osito grande. Se portaba siempre muy bien y vivía en una pequeña pero
encantadora casita.
El osito estaba un poco triste, había llegado un año más la
fiesta de carnaval y no tenía ningún disfraz para ponerse. Como últimamente
había estado muy ocupado, no se había acordado que ese mismo día era Carnaval y
ahora era muy tarde para hacer un disfraz.
En la misma casita, vivía su hermanito pequeño, era muy
avispado y siempre tenía recursos para todo. Cuando el osito se lo comentó, el
pequeño hermanito enseguida encontró una solución. En su poder tenía una rama
de un árbol mágico que solo existía en su aldea natal. Ese árbol mágico podía
conceder un deseo cada año, y la ramita también podía conceder un pequeño deseo
cada año.
Así que el hermanito del osito cogió la rama del árbol
mágico, la movió ceremonialmente y aparecieron pequeñas estrellitas que
rodearon por completo al osito.
Entonces… por arte de magia el viejo jersey que llevaba el
osito se transformó. El osito no podría dar crédito a sus ojos. La rama del
árbol mágico lo había transformado en un apuesto príncipe azul.
Estaba emocionado, así podría asistir al desfile de carnaval
y disfrutarlo disfrazado como uno más de los ciudadanos de la ciudad.
Casi era la hora de empezar el desfile de Carnaval, así que
después de dar las gracias a su hermanito, salió apresuradamente hacia el
desfile.
Pronto empezó a encontrar carrozas y gente disfrazada. La
alegría reinaba en la ciudad. Todo el mundo, había aparcado por unos momentos
sus problemas y se lo estaba pasando bien.
Estuvo observando como iban pasando las carrozas y veía lo
originales y divertidos que eran los disfraces.
Por un momento pensó que sería muy divertido poder ir en una
de esas carrozas, lástima de no haberlo pensando antes, se le podría haber pedido
ese deseo a la rama del árbol mágico. Así le podría haber disfrazado con un
disfraz adecuado para poder estar en una carroza, con más gente disfrazada
igual.
Pero entonces ocurrió una cosa mágica. Se estaba acercando
una carroza, donde la gente iba disfrazada del cuento de Blancanieves y los
siete enanitos. Había unos que iban disfrazados de Blancanieves, otros de
enanitos y uno de bruja malvada. Pero no había príncipe azul. En cuanto la
gente de la carroza lo vieron, se acercaron y le explicaron que la persona que
tendría que haberse disfrazado de Príncipe Azul se había puesto malo, así que
si no le importaba, podría ir con ellos.
El osito estuvo feliz. Definitivamente la magia existe. Así
que ilusionado estuvo el resto de Carnaval con ellos, riendo, bailando y pasándolo
bien.
Fue un gran Carnaval.
Y colorín colorado este cuento…. Se ha acabado.
Un hociquito mágico.
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