CALENDARIO DE ADVIENTO. DÍA 9. A CONTAR UN CUENTO

Día 9 de adviento. Después de acicalarnos y desayunar, nos hemos acercado al calendario de adviento. Ya viene a ser nuestra rutina diaria y me encanta. Nunca sabemos que nos encargará el Tió de Nadal. Por cierto, la tarea de ayer nos encantó, jijiji. Mini se ha pasado toda la noche soñando con la Patrulla Peluche.



Pero es la hora. Toca abrir el cajoncito número 9. Hoy sin ningún incidente.

 
Hola pequeñajos.
Después de un día movido como el de ayer, hoy os espera una tarea mucho más tranquila.Esta es la primera Navidad de Mini. Poco a poco, va descubriendo las tradiciones y descubriendo el espíritu navideño. Hoy Travis, como eres el mayor y más experimentado, deberás escoger un cuento de Navidad y explicárselo a Mini.Por otro lado, Mini, deberás imaginar todo lo que Travis te vaya explicando y con mi cámara mágica iremos viendo lo que imaginas. De esta forma será como tener un cuento ilustrado.
El Tió de Nadal
¿Y que cuento voy yo a explicarle a Mini? Seguro que si le explico uno de la Patrulla Canina le gustará. Pero conociendo al Tió de Nadal, tendría que ser uno, con el que Mini aprenda algo. A ver, a ver…
¡Ya se! Le explicaré el cuento que lleva por título, “El pequeño árbol de Navidad”.



Así que nos hemos puesto cómodos, y he empezado a explicarle la historia.

 La pequeña aldea de los peluches se preparaba para la Navidad. Poco a poco las calles se iban llenando de luces y adornos navideños. Aunque la tienda que más llamaba la atención era la tienda del Señor Txulo. Cuando llegaba la Navidad era el sitio donde se podían encontrar las cosas más bonitas. Y por descontado la única que vendía árboles de navidad.  



El señor Txulo, cada año organizaba un concurso navideño. Cada año cambiaba la temática. Un año buscaba al belén más original, otro año el lazo de regalo más espectacular, incluso un año premió al postre más delicioso. Este año, en el gran concurso de navidad, se premiaba al árbol más bonito y mejor decorado. Y lo mejor, que el gran premio, este año lo daría el mismísimo Santa Claus. 

Todos los peluches de la aldea querían ser premiados por Santa Claus. Muchos acudieron a la tienda a comprar su arbolito para decorarlo y así poder concursar. 

Pero no solo los peluches estaban emocionados, los árboles de navidad están igualmente contentos. Cuando un peluche entraba a la tienda todos querían ser los elegidos. Y gritaban…. :¡A mí... a mí... mírame a mí¡ Se esforzaban por llamar la atención y lograr ser escogidos. 

¡A mí que soy grande!... ¡no, no a mí que soy fuerte!... o ¡a mí que soy de chocolate!... Se oía en toda la tienda. Pasando los días, la tienda se fue quedando sin arbolitos y sólo se escuchaba la voz de un arbolito que decía: A mí, a mí... que soy el más chiquito. Pero lo decía tan bajito que nadie lo oía, y al ser tan pequeñito, nadie lo veía. 

A la tienda llegó, casi en vísperas de Navidad, una pareja de peluches muy elegante que quería comprar un arbolito. 



El dueño de la tienda les informó que el único árbol de Navidad que le quedaba era uno muy pequeñito. Sin importarles el tamaño, la pareja decidió llevárselo. 

El arbolito pequeño se alegró mucho pues, al fin, alguien lo iba a poder decorar para Navidad y podría participar en el concurso. 

Al llegar a la casa donde vivía la pareja, el arbolito se sorprendió. La casa era enorme, 4 plantas, muchas habitaciones y toda ella, decorada con muebles muy caros. El árbol empezaba a ponerse nervioso, siendo un árbol tan pequeño no se veía capaz de poder lucir entre tanta majestuosidad.   
Una vez que la pareja entro a la casa, comenzaron a llamar a los cachorros peluches. Bajad aquí, tenemos una sorpresa para vosotros. El arbolito escuchó unas rápidas pisadas provenientes del piso de arriba. 

Su corazoncito empezó a latir con fuerza. Estaba dichoso de poder hacer feliz a los pequeños de la casa. 

Al bajar los peluchines, el pequeño arbolito, se impresionó de la reacción de tuvieron.  
El más pequeño de los dos, dijo en un tono despreciativo, “¿esto es nuestro árbol?”. A lo que el hermano mayor sentenció, “nosotros queríamos un árbol grande que llegara hasta el techo y así poder decorarlo con miles de luces y adornos. ¿Cómo vamos a ganar el concurso con este árbol enano? 

Sus padres intentaron razonar con ellos explicándoles que era el único que quedaba en la tienda. 
Pero ellos se pusieron furiosos y dijeron que ellos no querían a ese árbol pigmeo. Que lo devolvieran a la tienda. 

Los padres, desilusionados, tomaron al pequeño arbolito y lo llevaron de regreso a la tienda.
  

El arbolito estaba muy triste porque esos peluches no lo habían querido. Aun así… muy en el fondo de su corazoncito tenía la esperanza que alguien lo quisiera. Ya no para ganar el con curso, simplemente quería un poco de amor. Justo cuando pensaba eso, una estrella fugaz cruzo el cielo por encima de la aldea. El arbolito aun no lo sabía, pero la magia de la navidad iba a manifestarse muy pronto. Alguien había recogido su deseo y lo haría realidad. 

Unas horas más tarde, se escuchó que abrían la puerta de la tienda. Las campanillas de la tienda repicaron, indicando que un cliente había entrado. 

El arbolito miró ilusionado por si era algún cliente lo quisiera comprar, pero en el fondo sabía que era muy difícil. 
Eran una pareja de peluches, en este caso un osito y un perrito. El señor Txulo les pregunto que querían. El osito, vestido muy elegante y con unos patucos blancos le explicó que buscaban un arbolito. Pero tenía que ser muy especial. Ya habían estado en las tiendas de las aldeas cercanas y no podían encontrar ese árbol tan especial. 

Cuando escucho esas palabras, el arbolito ya perdió toda espereza de que lo eligieran. 

El osito de los patucos siguió explicando. Nosotros tenemos una casa más bien modesta. Un árbol grande desentonaría. Así que buscaban un árbol de navidad pequeñito y hermoso. 



El señor Txulo les informó que solo le quedaba un árbol y además era pequeñito. Los peluches cuando lo vieron se enamoraron del pequeño arbolito. Es justo como lo queríamos, muchas gracias. Y con el arbolito bajo su brazo se dirigieron a casa. 

Cuando llegaron el arbolito se quedó perplejo. Por lo que habían dicho en la tienda se esperaba una casita muy pequeña de gente humilde. Y lo que vio lo dejó sin palabras. Era una casa aún más grande que la anterior, parecía un palacio. Y el interior, si es cierto que no estaba decoraba con lujos, pero todo era precioso. Sencillo y con buen gusto. 



Pronto conoció a los peluches cachorros y toda la familia se puso a decorar el arbolito. Probando luces, probando lazos, … Los más activos eras los cachorros. Tanto empeño le pusieron que se quedaron dormidos. 

A la mañana siguiente todo eran nervios. Era el día del concurso. El arbolito estaba muy nervioso pues era su primera navidad. Para él todo era nuevo. Ya no le importaba ganar, había conseguido un premio aun mayor, una familia que lo quería.   

Cuando llego el dueño de la tienda para ver el árbol. Se quedó maravillado por como lo habían decorado los peluches. No era una gran decoración, pero desprendía una sensación de felicidad. Tanto le gustó que acabo dándoles el primer premio. 



Todos saltaban de alegría y el más feliz de todos fue el arbolito, en solo un día había pasado de ser un arbolito pequeño y al que nadie quería, a ser el arbolito más envidiado de la aldea.

A Mini le ha encantado y parece que ha entendido su moraleja.
Y a vosotros… ¿os ha gustado? ¿habéis aprendido algo con el cuento?

Un hociquito cuentista

P.D Nota de Mini
Travis… ¿podemos leer ahora uno de la patrulla canina? Porfi

P.D Nota de Travis
Pues claro, pero primeros vayamos a merendar. Jejeje

P.D Nota de Mini

Venga… Una carrera. El que llegue primero se come un flaM

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