En cuanto Conejito llegó a casa e informó de lo ocurrido.
Travis se enfadó un poco, pero entendía lo entendía, a él también le gustaba
ser aventurero cuando era un cachorrín, además tampoco había hecho nada tan
peligroso.
Conejito les entrego el sobre que había encontrado en La Fira, con
una sonrisa. Él ya había leído la pista y sabía lo que era y ansiaba ver la
cara de Travis al leerla.
Vueltas y vueltas dieron sin parar.
Los cachorros aventureros no desfallecieron,
para al amigo perdido encontrar,
en las alturas lo encontraron
y la magia de Navidad pudo empezar.
Tic, tac, tic, tac, el reloj ha empezado a contar
¿Seréis capaces de encontrar a vuestro amigo más esperado?
Como Conejito ya esperaba, Travis se quedo congelado, Mini
no había entendido aún la pista, pero cuando lo hizo, se giro a mirar a Travis moviendo
la colita a toda velocidad.
Al final Travis reaccionó, empezó a mover el patuco a toda
velocidad.
De un saltó se incorporó, cogió su abrigo y exclamó.
¡Vamos Mini! Tenemos a un Tió de Nadal que nos espera.
Los tres peluches salieron corriendo de casa.
La pista era muy clara, el año pasado el Tió de Nadal se
extravió y quedó atrapado en lo alto de un árbol.
Esta vez no lo tenían muy claro donde podía estar, pero tanto
Travis como Mini, creían que debían empezar por donde lo encontraron el año
pasado.
Mini tenía muy claro donde era, ventajas de ser un sabueso.
Después de conducir una hora, llegaron a la zona.
Lo más sensato era separarse y buscar.
Después de un rato, no había encontrado al Tió de Nadal.
Se reunieron en el árbol donde lo encontraron. Incluso subieron
a la rama. Quizá desde la altura podrían verlo.
Estaban tan concentrados, que no advirtieron la figura que
tenían a su espalda.
Como el Tió de Nadal veía que no se daban cuenta, piso una
ramita. Al escuchar un crujido a su espalda, los tres peluches se giraron a la
vez, y allí vieron como el Tió de Nadal los saludaba con su gran sonrisa.
Corrieron hasta él, cada uno con su estilo, Travis de un gran
salto, Mini dando un rodeo a toda velocidad y Conejito escalando.
Se fundieron con un gran abrazo. Por fin ya estaban reunidos
y este año llegó prontito. Mejor, más días para compartir.
Al llegar a casa, este año, le preparo un sitio confortable,
muy improvisado, unas almohadas bajo el árbol de navidad y la mantita roja.
Poco a poco, la casa se va llenando de magia.
Un hociquito ilusionado.
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