EL DESPISTE GARRAFAL DE TRAVIS. SEGUNDA PARTE.


Hola, ya visteis que en el último comunicado me quedé sin poder dar mi carta a los Reyes Magos. Me puse muy triste. Pero…
Conseguí darle la vuelta a la situación. Mientras estaba sumido en la desesperación y la tristeza, vislumbré un rayo de esperanza a lo lejos.
¡Tenía la solución!
Iría a ver en persona a los Reyes Magos y sabía muy bien dónde encontrarlos.
Así que cogí mi carta, me puse mi abrigo, la bufanda y a la velocidad de la luz, tal Halcón Milenario me planté en…
PortAventura.

Cada año, los reyes magos se acercan al parque, para hacer una cabalgata dentro del recinto. Sé que en mi ciudad hacen otra, pero esa va antes, así podría dar la carta con más antelación.
Lo primero que hice al llegar al parque de atracciones fue informarme mucho la hora de la cabalgata y lo más importante, el recorrido. Menos mal tenia tiempo, había llegado con dos horas de antelación.
Lo más lógico sería dar una vuelta por el parque, ver algunos espectáculos o subirme en alguna atracción. Pero… me conozco. Si me empiezo a distraer, se me pasará el tiempo y no vería a los reyes. Para más seguridad, permanecería cerca del recorrido que haría la cabalgata.
Cosa que me fue muy bien, pues descubrí un anuncio que informaba que dentro de un rato habría chocolate y roscón de Reyes para los asistentes. Una merendola con chocolate no me la pierdo.
El chocolate estupendo y el trozo de roscón buenísimo. Lástima que no me saliera la figurita del rey. Pero me era igual. 
Cuando terminé de merendar, volví a hacer guardia. Con los ojos bien abiertos, observaba a toda la gente que pasaba ante mí. Si por un casual Sus Majestades, llegaran antes, quizá se dieran una vuelta por el parque a subirse a alguna atracción.
 Pero no se dio el caso. El tiempo fue pasando, yo seguí sentado, cogiendo bien fuerte mi carta. Y ya cuando faltaba poco, me levanté y fui a coger sitio, nadie me iba a quitar la primera fila. Tenía que tener vía libre para cuando pasaran los Reyes.
La cabalgata empezó, pequeñas carrozas con personajes muy conocidos del parque fueron pasando y aunque tiraban caramelos, yo me mantenía muy atento con todos mis músculos en tensión. No podía fallar en mi misión. Era mi última oportunidad.



Por fin llegaron los Reyes. Y por fin toda la tensión acumulada explotó. 
Con mis fuertes patitas di un gran salto con una gran voltereta en el aire, tan fuerte salté que acabe sentado en el regazo de Melchor. ¡Lo había conseguido! Con una gran sonrisa, le di mi carta. Su Majestad me miró, puso su mano en la cabeza y sonrió. Me dijo… “Menos mal Travis, habíamos echado de menos tu carta. Pensamos que ya habías dejado de creer en nosotros. Ya veo que no. Ahora me leeré tu carta y veremos que podremos traerte. Ahora vuelve a tu sitio y disfruta de la cabalgata.
Con una alegría que no puedo describir volví a mi sitio y si, disfruté como nunca de la cabalgata. Reí, me agaché a coger tantos caramelos como pude, chillé pidiendo más caramelos… toda la tensión del día se había disipado. Estaba feliz.
Cuando termino la cabalgata, salí del recinto y me dirigí al coche.
¡MISIÓN CUMPLIDA!

Hociquitos llenos de ilusión. 

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