VISITÉ EL MERCADO MEDIEVAL DE LAS TRES CULTURAS


Hoy os desvelo lo que hice el fin de semana en Zaragoza.
Os hago un breve resumen, tuve que ir a Zaragoza, urgentemente, para arreglar un ordenador y ya que estaba allí, decidí quedarme todo el fin de semana. Como os dije, no me arrepentí para nada de haber tomado esa decisión. Pues el sábado, al salir a pasear por la ciudad, me encontré en la Plaza del Pilar, como podéis ver.
Aunque en la foto no se ve, estaba mucho más animada de lo que esperaba. ¿Qué estaba pasando?
 
Pues se estaba celebrando un mercadillo.
Y no uno cualquiera, el mercado medieval de las tres culturas. Nunca había estado en un mercado medieval. Mis patitas estaban ansiosas de ponerse en marcha para visitarlo.
Este mercado es típico de cada año, recordando la diversidad y riqueza histórica. Se llama de las tres culturas debido a que las culturas judía, musulmana y cristiana, están muy relacionadas con la historia de la ciudad.
El mercado medieval de las tres culturas empieza en uno de los extremos de la plaza del Pilar, el entorno de la Seo y sus callejuelas.

En este mercado pude ver un montón de puestos con muchos y variados artículos de artesanía realizada a mano, riquísimas comidas y productos artesanos. La gente que atiende estos puestos está debidamente vestida de época.
 En el mercado también había diversos talleres como el de caligrafía árabe, el de tintes y jabones naturales, el de cerámica… lástima que no me dio tiempo a apuntarme a uno de estos talleres. Otro año, con tiempo, me organizaré mejor. Jeje.
Paseando por las calles del mercado, no era raro ver grupos de animación. Mendigos, pícaros, monjes, diablos… hacían aparición en el momento menos pensado.
Así como la oportunidad de ver una muestra de cetrería, preciosas aves, águilas, lechuzas, búhos... Estaban más cerca que nunca. La verdad es que vistas así, son mucho más impresionantes que verlas en los documentales de la televisión.
También los más pequeños de la casa tenían sus actividades, como talleres de disfraces medievales o este simpático tiovivo artesanal, hecho de madera y hecho girar con la fuerza del brazo de un señor.


Hacía mucha calor y paseando me entraba sed, menos mal que esta feria está llena de puestos donde poder beber toda clase de bebidas, desde refrescos, mojitos, un te moruno. Y ya no solo beber, también pude hacer un picoteo de media mañana. Mmmm. Qué bueno estaba todo.
La verdad es la primera vez que visitaba un mercado medieval, y espero que no sea el último.
Aunque lo mejor fue el final de jornada. Muy cerquita de la plaza del Pilar, hay un restaurante chino, uno de mis favoritos. Se come genial. Pero lo mejor es el postre, como ya me conocen… me tenían preparado un suculento flaM con nata y nueces.
Y no escatimaron en nata… tanta que casi no se aguantaba, jejeje. Pero tranquilos, no cayó nada de nata a la mesa. Yo me encargué personalmente de eso.
Un hociquito medieval.

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