ME VOY A LA MONTAÑA. PARTE 1. RUGIDOS SALVAJES.

Aprovechando que estos días estamos teniendo sol, este pasado fin de semana, mi dueño y yo aprovechamos para ir a pasear por la montaña.

Tocó madrugar, pero no me importó, me encanta ir a pasear por la montaña y claro, con la excusa aprovecharía para ver si había alguna seta, jejeje.

Cuando casi ya llegábamos a destino, observamos que a lo lejos había niebla. Entonces me preocupé un poco, espero que la niebla no esté a donde queríamos ir.


Afortunadamente para nosotros, la niebla se iba desplazando con el viento en dirección este y nosotros íbamos justo, en dirección contraria.

Aparcamos el coche donde no molestara y empezamos a caminar, hacia sol pero todo el bosque estaba muy mojado, imagino que por la niebla de la noche. Aun así, se podía ir muy bien. Cuando ya llevábamos media hora de excursión, encontramos una fuente. Cuando salgo en este plan, siempre llevo agua de casa, pero si encuentro una fuente, vacío la botella y la lleno con el agua de la fuente. Está más fresca y está más buena. Pero claro… ¿es potable esta agua?

Mi dueño si conocía la fuente, y me dijo que podía beber sin problema. ¡Yupi! Después de llenar las botellas con agua de manantial, seguimos nuestra excursión, cuando de repente se escuchó un gran rugido. Uish. A ver si será algún jabalí o animal salvaje. Al momento se oyeron dos rugidos más. ¡Qué miedo!

Pasado el susto inicial, nos dimos cuenta que eran nuestros estómagos que estaban rugiendo por el hambre, Jajajaja, habíamos salido tan pronto de casa que no habíamos desayunado. Pues había que poner solución, para técnica de desayuno. Sentado en el tronco de un árbol caído desayuné un buen bocadillo de jamón, unas mandarinas y agua fresquita de la fuente.

Después de desayunar y ya con las fuerzas renovadas, seguimos con nuestro paseo por la montaña.

Mañana más.

Hociquitos montañeros

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